martes, 16 de enero de 2018

Demasiado tiempo

Muchas cosas nos han sucedido...

... a Krispys y a mí, en este período de tiempo, en el que le he tenido alejado del blog. ¿Por qué? Pues no lo sé. O tal vez lo sepa. No importa. En realidad, sí lo sé. No me importa saberlo. Hum... Creo que un poquito sí, ya que si no, no estaría tecleando, asumiendo el riesgo de un lapsus calami.
 
Para resumir, os informo de que Krispys se ha hecho adulto, calmando su comportamiento, siempre que no aparezca una pelota por su cercanía. O que sea la hora de comer. O que nos acerquemos al contenedor de basura. O que vea a sus ami-canes, o a mi familia. O que yo esté durmiendo a las 8,00 de la mañana y él no. Y algunas cosillas más. Perrerías, nada de preocupar.
 
Está muy, muy cariñoso. Mejor todavía: Es muy cariñoso, y desconfiado con los desconocidos, y con los medio conocidos, tengan 2 ó 4 patas. Mucho más obediente y razonable. Se para en los bordillos de las aceras antes de cruzar (se lo recuerdo siempre)... Se sienta antes de comer ("qué remedio", me exige que escriba)...  
...y hoy, en poco menos de un minuto, ha aprendido a no tocar una pelotita de la caja, a no ser que yo se lo pida (seguramente tendré que cambiar este aserto).




 Tal y como hemos aprendido viendo First Dates, respetamos nuestro espacio, aunque cada vez me queda menos.
 
Un punto negro sí sucedió: Un pitbull le atacó, a traición y por la espalda, escapándose de su portador. No me preguntéis, porque no sé cómo lo hizo: Lo esquivó y salió indemne; posiblemente porque es más rápido y esquivo que una pulga bailando jotas. Me interpuse entre ambos y tuvimos la suerte de que lo pudieron sujetar. Menudo susto. Al otro día, por la mañana, nos topamos con un joven que corría con dos pitbulls sujetos al cinturón, y un tercero suelto y sin bozal. Y sucedió. Allá estuvo jugando  con Krispys unos momentos, mientras sus compañeros se alejaban. ¡Menos mal! Por suerte, el pánico no le ha atrapado.
 
Y hoy está contentísimo, porque le he susurrado que luego vamos a ver a Maite, levantando sus gráciles orejitas de inmediato.
 
De mí, mucho que decir, mas no pienso contar nada. Algo sí. Ahora viven dos almas más en casa: Quinto Piluco Cato y Lucio Piluco Macro. Si queréis comprender por qué digo que tienen alma, no dejéis de visitar su lugar de nacimiento, Pilucas. El Prefecto Cato y el Centurión Macro me han contado sus últimas andanzas en Hispania (Invictus), al frente de una cohorte de pretorianos.

Para comprenderlo bien, nada mejor que Pretorianos, libro de Arturo Sánchez Sanz, que acaba de editarse y ya es un imprescindible para cualquiera que tenga interés en la Roma Imperial (y Republicana, también).
 
Asimismo, he realizado un pequeño curso de fotografía básica, sencillo, para recordar cositas que se obvian con el paso del tiempo y la complicidad de las nuevas máquinas fotográficas digitales.
 
También he retomado un viaje cuasi-iniciático y mágico a ciertos enclaves de Cuenca. Yacimientos que, por supuesto, no desplazarán del lugar que ocupan en mi estima, asombro y corazón, los magníficos Santa Criz y Los Bañales. Acompañado del peke, faltaría más
 
Y ahora voy a prepararme, ya  que hay que salir, como tiene que ser, y será.
 
¡Ave!  Esto... ¡Ciao!
Ya me entendéis.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario