miércoles, 30 de agosto de 2017

Mi vida con Chumari
 
Pues sí, pues sí. Aquí, el rancio y soso éste os tiene olvidados y no tiene ganas de contar mis cosas. Así que ahora que no me ve (ni me oye, guau guau -o sea, jeje-) voy a escribir yo, porque si no...
 
Pues ahí está, el mustio ése. Lleva una temporada que pasa de todo, casi hasta de mí. Más vale que me lleva de paseo (cortito)  todos los días y me alimenta bien. Ya me entendéis. Se queja de que en cuanto mueve una ceja ya va dejando un charco de sudor. Y es verdad. Y cuando voy a consolarle con unos lametones me doy cuenta de que es un chiste, ya que lo encuentro muy salao. Y así, se tumba en el sofá, ventilador en marcha, y a dormir. Yo también, por supuesto. Hasta que el sol no calienta tanto. Es que está muy muy pegajoso, este calor.
 
En ese momento se prepara y nos vamos a la nueva pradera en la que corro y corro tras la pelota o algún palo que encuentro, y cuando me acerco a beber un poco de agua fresquita de la que amablemente traer para mí, me doy cuenta de que se la ha bebido casi toda, ¡Tonto! ¡Humano tenía que ser!
Por cierto, que mi novia Kira, la Matarrabos, me ha dejado abandonado mucho tiempo, ya sea jugando con Sky y Tila (de los que os tendré que poner al día, junto con Lia) o largándose por ahí. Qué paciencia la mía.
 
¡Huy! Cierro y me voy que le escucho arrastrar los pies por ahí, porque si me pillaaaa... Aunque mejor haría limpiando su pc.
 
Ayudadme, por favor.
 
 
 

martes, 6 de junio de 2017

Ixodidae, lo lograron

La garrapata
Fue el jueves pasado. El martes y el miércoles estuvimos en el campo, entre hierbas, matojos y animales. Pero no, tuvo que ser en la ciudad, o pueblo, no lo sé, ya que creo que la estimación de habitantes última es de menos de 20.000 habitantes en Barañain. Por cierto, que el otro Crispis, las tres garrapatas que se le pegaron, fueron en la Vuelta del Castillo, en Pamplona.
 
Precisamente, el día anterior le había bautizado con una de las habituales pipetas de Frontline, que valen para todo, según se anuncian. Discrepo de las personas que le hacen deglutir a su amigo una pastillita con una duración efectiva, o eso dicen, de tres meses. Como si no les diéramos ya el suficiente veneno en la piel, se lo hacemos tragar. Manías para todos, pero yo, la pipeta.
 
Esa tarde fui, por primera vez en muchísimos años, al pipican próximo para acompañar a Sky -ya lo conoceréis, ya-, para que pudiera corretear un rato. ¡Y vaya si corrieron! Terminaron agotados. Hacía un bochorno espantoso, y acababan de cortar la hierba reseca del lugar. Hasta yo olía el amoníaco de los orines, que ya es decir. Es de vergüenza, como tantas y tantas cosas por aquí. Cómo se puede obligar a llevar allí a os perros si los quieres soltar, y no se ha desinfectado ni una sola vez desde que se creó.
 
Así que, al llegar a casa, como cada día y más si hemos estado en lugares en los cuales abundan las garrapatas, le pasé la mano varias veces y le palpé todo su cuerpo mientras Krispys, muy serio él, ni se movía. De repente, noté un puntito diminuto en mitad de la cabecita, y lo primero que pensé fue que Sky le había clavado uno de sus dientes de leche, y creado una postillita. Mas mi instinto me obligó a mirar mejor, y tras separar pelos una y otra vez, la vi: La garrapata malvada. La de la foto.
 
Se movía, así que todavía no se había incrustado. Era pequeña, pero yo cabezón. Tras varios intentos conseguí coger a la muy esquiva, envolverla en un pañuelo de papel, y asarla sin piedad. Es que son difíciles de matar. Después coloqué a Krispys encima de una toalla blanca y lo cepillé intensamente con su cepillo favorito, y no cayó nada a la toalla. Menos mal. Así que ya hemos iniciado la temporada, y deseo que sea su primera y última garrapata. Ya ha aprendido la lección, y espero que no se deje atrapar por ninguna más, Agh, qué asco me dan.-
 
 

miércoles, 10 de mayo de 2017

A veces se avergüenza y humilla

Y otras...
¡Que me den por el saco!
 
 

Así es, el ya no tan pekeño Krispys. Está pasando una tardía adolescencia en la cual surge en la calle el fiero terrier que acecha desde su interior, vigilante aunque compasivo. Y digo compasivo porque cuando se le vuelven, gira el compás y, para no masacrar al otro perro, opta por una desvergonzada huida, con celeridad y desparpajo. Para nada abochornado.


 
 
Además, cuando ha hecho algo que no me gusta y le llamo, a veces suave y a veces gritando, ejem, agacha orejas y rabito y se me acerca pasito a paasiiiitoooooooooo, despacio, mirando de reojo y humillándose sentado a mi lado, poniendo esa carita de santo que afloja la tensión del momento.



 
Pero otras, en las que ÉL sí considera que ha hecho lo correcto, sí que se acerca cabizbajo, mas no despacio, se sienta sin agachar el cogote y me mira como diciendo: "¿Has acabado? ¿Me puedo ir ya? Da igual, me voy." Y se va todo tieso, fino y elegante, dejándome con la boca cerrada y con miedo a que se me escape  una carcajada y no me vuelva a tomar en serio.
 
Dichosos yorkis. Al final, tan amigos, o eso creo.
 

 

viernes, 24 de marzo de 2017

Iturissa : Pal pelo

Krispys, revoltoso y revolcón
 
 
 
 
Dicho y hecho:  Disfrutamos de un hermoso paisaje y durante unos cientos de metros, a diferente ritmo, no logramos encontrar un paso por la vaguada. La "v" la debería llevar sólo en verano ya que el agua del deshielo y de las lluvias corrían por su parte baja en una anchura de 10 - 15 metros. Así que media vuelta. Krispys no estaba muy conforme, y ya planeaba su venganza.
 
De repente, en una de esas gracias que tanto nos hacen reír, le dio por hacer una de las suyas.  Ya había olisqueado alguna vez y lo único que esperaba era tomárselo con tiempo. Además, lo hace a menudo en cualquier sitio. Y cuanto más sucio, mejor:
 
 
Por fin me animé a cruzar la vaguada por un lugar más estrecho, y me di cuenta de que no me había puesto las zapatillas de Goretex. ¡Qué fresquita estaba el agua!
 
 
Por fin, llegamos a una alambrada que franqueamos moviendo el poste de la puerta, y mientras, le animaba y ya bufaba para hacerle pasar, tuvo la gran idea, cómo no, de pasar por entre las líneas de alambre a unos 10 metros de donde yo estaba, con cara de muy pocos amigos. Cerré la cancela, continuando por el hermoso prado y de repente, ¡un toro y varias vacas! Krispys no conocía estos bichos y no había manera de seguir por un camino, así que me dí la vuelta y ahí lo dejé, ya harto de llamarle. No se le ve pero os aseguro que está en la foto, allá al fondo.
 
Mientras, como buen táctico, ya había adivinado dónde ir en caso de que el toro, que se giraba a mi paso, me asaltara: en la portada de la prensa, claro.
 
Como era de esperar, Krispys apareció corriendo, con esa carita de "ya me las pagarás". Cruzamos otra alambrada y ya nos acercamos al pequeño cerro donde está el enclave, junto a unos abetos. Unos cientos de metros más y llegaríamos a nuestro objetivo: Iturissa.
Adiós a la última alambrada, llegamos al cerro y nada, no había nada. Alguna zona algo más despejada de abetos con pinta de haber sido removida pero con mucha hierba, lo que me inquietó. Hartos, comenzamos a volver y nos encontramos con dos habitantes de lugar que se habían acercado a su finca a realizar algún trabajo.
 

Les mostré mi perplejidad y entre risas me comunicaron que sí, que ahí está Iturissa, pero que tras excavar, tomar datos y un largo etc, la habían vuelto a enterrar. Pues vaya, Media vuelta y realizar el camino a la inversa. Con una variante. Krispys ya no tenía miedo de las vacas, y no tuvo mejor idea que pararse y ladrar al toro. Estoy convencido de que lo provocaba para que me atacara.

En fin. Aquí acabó la aventura. Volveremos este año, que se va a realizar otra prospección interesante, pero al otro lado de la carretera. Mejor, a una decena de metros de la misma o poco más.
Hasta entonces.


 
 

miércoles, 22 de marzo de 2017

Tratamiento de belleza: pelo de Krispis ¡resplandeciente!

ITURISSA
 
Estos días pasados, diferentes periódicos locales y algunas publicaciones de alcance nacional, hablaban del Yacimiento romano de Iturissa, próximo a Roncesvalles y parada obligatoria en el paso de Roncesvalles, por la vieja calzada pirenaica. La noticia era el comienzo de nueva prospecciones y que se dejaría a la vista 4 ó 5 Km de calzada.
 
Así que aprovechando una tarde excepcional, de sol radiante y más de 23º en destino, bajamos a por el coche y por equivocarme llegamos daño un pequeño rodeo: Corto en kilómetros y eterno de curvas. No me importó, porque mucho tramo era viejo recorrido de bici y moto, y de paso conocí el pantano de Itoiz, que ya era hora.
 
Llegamos a destino, aparcamos en la abandonada gasolinera y nos dispusimos a dar un rodeo ya que el acceso desde la carretera es imposible, a causa de un pequeño río que hay que cruzar.
Krispys, feliz, corriendo por todos los lados en la pista de tierra por la que caminamos un ratito, antes de encontrar el primer obstáculo: El paso hacia los abetos que se ven al fondo a la izquierda, donde está Iturissa, cortado por una retención de agua, bastante profunda. A los lados el corte del río y alambradas. Imposible el paso excepto para el 4 patas, que no se sumergió mucho, todo hay que decirlo.
 
 
Y después de este infructuoso contratiempo, decidimos continuar por la pista a la espera de encontrar un paso franqueable, entre rodadas de vehículos llenas de agua y barro, y otras cosas.
 
Pero eso... es otra historia (continuará)

 
 

domingo, 5 de febrero de 2017

Menudo fiera, este Krispys

El Doberman
Ya os he contado más de una vez que valiente, lo que se dice valiente, no lo es. O tal vez no me lo parece, ya que Krispys tiene la fea costumbre de asustarse ante cualquier ruido o cualquier objeto que le parezca nuevo, aunque haya estado 2 meses ante sus ojos. También es verdad que en muchas ocasiones ha defendido a sus amigas ante algún perrito. O perrazo, que de todo hay. En fin.
 
Sin ir más lejos, esta mañana fría, lluviosa, tormentosa, ventosa y pletórica de aburrimiento, al bajar del TestaCorsa, he sufrido un nuevo episodio de esos tan frecuentes y desagradables: Mareo, ya sea debido al nervio Vago, bajada de tensión o lo que le de la gana. A mí me resulta indiferente: Me agacho para no caerme y que mire el que le de la gana y como le de la  gana. Desaparecen enseguida. Puedo con ellos, jijiiii
 

Que me desvío. Pues bien: Mientras yo estaba imitando a las ranas, se ha acercado un doberman (cachorro, como 10 veces mi pequeñín) y Krispys ha intentado huir. Sin conseguirlo, por supuesto. Poco a poco se han acercado, olfateado y comenzado a jugar. Sin embargo, como era de esperar, algún zarpazo cariñoso le ha debido hacer daño y ha venido a refugiarse entre mis plegadas rodillas.
 
No obstante, en una de esas rondas que efectuaba el Doberman a mi alrededor buscando a Krispis, se ha acercado mucho a mi figura agachada y protectora, y me ha empujado y desplazado. Inmediatamente, SúperKrispys ha surgido veloz y feroz, enfrentándose sin mesura al Doberman, con esos ladridos amenazadores y lanzándose sin piedad con un objetivo muy claro: Defenderme. Y lo ha conseguido, por supuesto. Hasta lo he tenido que contener, muerto de risa.
 
Y así se ha terminado su aventura, y el orgullo me ha llenado porqué, como es habitual en los perros, son capaces de defenderte sin tener en cuenta las horribles consecuencias que pueden traer dicha acción.

 
P.D.
Aunque pensándolo bien...
mmmmmm...
como íbamos ya a comer...
mmmm...
Seguro que pensaba que si me pasaba algo
se quedaba en ayunas.
¡Voy a aclararlo ahora mismo!



 

lunes, 30 de enero de 2017

Casi, casi...

¡Otro atropello no, por favor!
 
Marchábamos anteayer por la mañana de vuelta a casita, ya que teníamos que ausentarnos a casa de mamá. Por la acera, Krispys atado, como debe ser; yo, pegadito a la pared, ensimismado en lúgubres pensamientos, despacito, a un metro más o menos de distancia por detrás del peke.
 
En esas circunstancias al procesador derecho no le llega sonido por la derecha, apenas: sólo de frente y algo de atrás. No han acertado mucho con los micros. Por lo tanto, el sonido me llega del lado izquierdo y, por si fuera poco, si pasa algún coche, el sonido rebota en el espacio vacío de la entrada del garaje de enfrente. Ecos. Más o menos, ésta es la situación.
 
Como veis en la salida de mi garaje, hay una fuerte rampa, pero fuerte, y un tramo recto después de unos 5-6 metros que invade el porche de entrada a la puerta del portal.  Los posibles coches que aparecen vienen el lado derecho, estando el cruce a unos pocos metros de la salida. Un fuerte ángulo en la pared, de menos de 90º, no permite ver quién transita por la pequeña acera hasta que no tienes el frente del coche casi en la calzada.
 
La consecuencia es que los vehículos abandonan, no todos, afortunadamente, el garaje a una velocidad inadecuada y el conductor sólo mira a  la derecha. Si vienes caminando por la izquierda, ten cuidado.
 
Por ese motivo hice instalar, con disgusto de varios propietarios, teniendo que oír que no hacía ninguna falta  precisamente  al  dueño de un vehículo que más sustos nos ha dado a los que entramos por ese portal y no por los otros tres de la comunidad. La verdad es que se ve el espejo desde la rampa y su reflejo abarca un montón de metros de acera, bastantes mas de los que se aprecia en la foto.
 
Es de suponer  que a estas alturas ya imagináis qué pasó. No nos dimos cuenta de que salía un coche despistado, aunque por suerte despacio, y nosotros al recodo fatídico. Una sombra por delante; los reflejos que todavía tengo dan un fuerte tirón hacia atrás de Krispys, que estaba casi bajo las ruedas a pesar del freno del vehículo; gran susto que me deja inmóvil  escupiendo pecados mientras la conductora pedía perdón, a lo que no hice ningún caso, rodeando el vehículo por detrás y entrando en el portal.  Suspiros de alivio. El peke a su bola, sin enterarse, por supuesto. Afortunadamente no sufrió  golpe ni lesión alguna. Por los pelos y gracias a que le creció el cuello medio metro durante unos momentos. Pero podía haber pasado algo grave, de consecuencias no deseadas, aunque hubiesen sido leves.

 
Tal vez penséis que soy un exagerado o que no era para tanto. Sin embargo,  es posible que me comprendáis mejor si os informo de que Simón murió atropellado, apenas a unos 15 metros, como mucho, de allí. 
 
Algo invadió mi estómago. Desesperación, dolor, recuerdos que siempre me perseguirán. Culpabilidad adquirida, se diga lo que se diga, agotamiento... abulia y tristeza. Mucha tristeza.
 
 
Hasta pronto, Simón.